La agricultura digital puede hacer un aporte trascendente para transformar los sistemas agroalimentarios y contribuir a que sean más sostenibles e inclusivos, lo que exige abordar las desigualdades en el acceso a las nuevas tecnologías, ya que limitan el desarrollo de las potencialidades de la población rural.
En ese diagnóstico coincidieron altos funcionarios de países de las Américas y representantes del sector privado, la academia y organismos internacionales, reunidos en el panel “Digitalización de la agricultura como determinante para la transformación de los sistemas alimentarios: una perspectiva desde las Américas”, organizado por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) como un evento paralelo de la Cumbre de Sistemas Alimentarios convocada por el Secretario General de la ONU.
El debate fue precedido por una disertación del Premio Nobel de Economía 2019 y profesor de la Universidad de Chicago, Michael Kremer, reconocido por sus estudios tendientes a aliviar la pobreza global y promotor de la digitalización de la agricultura como una herramienta central para mejorar la calidad de vida de las poblaciones rurales.
Los países de las Américas llegan a la Cumbre al cabo de un extenso proceso de diálogo, coordinado por el IICA, que dio como resultado un documento en el que se consensuaron 16 mensajes clave sobre el papel irremplazable de la agricultura en la seguridad alimentaria y que pone en primer plano el rol que cumplen los productores agropecuarios.
Los mensajes fueron respaldados en la Conferencia de Ministros de Agricultura de las Américas realizada este mes, y uno de ellos señala que “las nuevas tecnologías contribuyen a la armonización de la producción agropecuaria con la salud del ambiente y los ecosistemas, aspecto indispensable para su resiliencia”.
Participaron del debate el Ministro de Agricultura y Desarrollo Rural de Colombia, Rodolfo Enrique Zea Navarro; la Secretaria General de la Comunidad del Caribe (CARICOM), Carla Barnett; el Secretario de Agricultura Familiar y Cooperativas del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento de Brasil, César Halum; el Director de Educación para Microsoft, Luciano Braverman y la Directora para América Latina y el Caribe del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), Rossana Polastri.
La Enviada Especial del Secretario General de la ONU para la Cumbre de Sistemas Alimentarios 2021, Agnes Kalibata, también participó del debate – moderado por Federico Villarreal, Director de Cooperación Técnica del IICA- mientras que el Director General del Instituto, Manuel Otero, estuvo a cargo de la apertura y de las reflexiones finales.
“Hay mucho entusiasmo acerca de la agricultura digital. Parte de ello tiene que ver con las nuevas tecnologías a disposición de los productores, que hoy acceden a teléfonos inteligentes con los que pueden integrarse a las cadenas de abastecimiento. Pero al mismo tiempo hay escepticismo con la agricultura digital”, reconoció Kremer.
En ese sentido, el economista se refirió a las potencialidades de la extensión rural digital y sus efectos sobre la productividad y los ingresos de los pequeños agricultores.
“He hecho investigación y he compilado evidencia de que la tecnología más básica, por ejemplo, el envío de mensajes de texto, puede causar una importante diferencia en los beneficios para los agricultores”, dijo el Nobel, también Embajador de Buena Voluntad del IICA.
“Las oportunidades para las poblaciones rurales son mayores –agregó- cuando se puede trabajar en muchos países e integrar con experiencias de la región. Las nuevas tecnologías de la información permitirán la transformación de la agricultura. Y lo lograremos más rápidamente con el apoyo del sector público”, indicó.
El ministro Zea Navarro habló de la transformación tecnológica que está teniendo lugar en el campo colombiano.
“Buscamos hacer un ordenamiento de la producción con tecnología. Necesitamos buenos mapas de los suelos para conocer sus aptitudes, de manera de usar la menor cantidad posible de abonos químicos y que se mantenga la productividad. También estamos incorporando herramientas para predecir la climatología. Así, hay cultivos que antes se sembraban en abril y hoy, por el cambio climático, se siembran en mayo”, contó.
Para el ministro, las nuevas tecnologías servirán “para ser más productivos sin aumentar la frontera agrícola y más sostenibles en lo ambiental”.
Carla Barnett, de CARICOM, organización que nuclea a países del Caribe desde hace casi 50 años, consideró que “el mundo que conocemos avanza rápidamente con las tecnologías de la comunicación y la información; no debemos quedarnos atrás”.
Barnett reveló que la transformación digital ya está en marcha en la producción agrícola del Caribe, lo que se manifiesta en hechos como la eliminación de los intermediarios por parte de muchos productores, que hoy venden a través de las redes sociales sus productos.
La importancia de facilitar el acceso a las nuevas tecnologías de la comunicación y la información por parte de los pequeños productores fue abordada por el secretario brasileño Halum. “En Brasil –justificó- tenemos grandes productores agropecuarios, pero cuatro millones de propiedades rurales son pequeñas y están dedicadas a la agricultura familiar”.
El funcionario opinó que el desafío es universalizar la asistencia técnica y la extensión rural, que hoy sólo llega a uno de cada cinco agricultores familiares: “Donde hay extensión rural y asistencia técnica el índice de desarrollo humano es mucho mayor y la entrada económica por familia llega a ser entre dos veces y tres veces mayor. El camino es la agricultura digital”.
Luciano Braverman contó que Microsoft trabaja en tres líneas con respecto a la digitalización de la agricultura: conectividad, desarrollo de habilidades e innovación.
“Hoy –reconoció- vemos una gran desigualdad e inequidad en el acceso a las tecnologías. Estamos frente a un desafío que requiere la cooperación entre el sector público y privado, porque es responsabilidad de todos romper las barreras que dificultan el acceso de los agricultores a las nuevas tecnologías, decisivas para mejorar la producción y los ingresos”.
Rosanna Polastri enfatizó que es central romper con el paradigma que vincula lo digital con lo urbano. “La agricultura digital –señaló- genera oportunidades para que los agricultores generen valor agregado y reciban un precio justo por sus productos. Los jóvenes pueden jugar un rol esencial para su incorporación, gracias a su energía innovadora y a sus habilidades digitales”.
Polastri dijo que “actualmente los servicios digitales no están alineados a las necesidades de la población rural en América Latina y el Caribe, por lo que el rol del Estado es crucial para impulsar inversiones que lleven las nuevas tecnologías a áreas escasamente pobladas”.
Por su lado, Agnes Kalibata llamó a todos los actores de los sectores público y privado a trabajar conjuntamente, “para determinar el futuro de los sistemas alimentarios”. En esa línea, convocó a discutir cambios en las formas de producción y comercialización que favorezcan “un crecimiento inclusivo y la construcción de un mundo resiliente”.
A su turno, Manuel Otero puntualizó que la agricultura digital puede hacer una contribución a todas las transformaciones de los sistemas agroalimentarios que hoy son vistas como urgentes, incluyendo el incremento de la productividad, la reducción del impacto ambiental y la incorporación de jóvenes y mujeres a lugares de mayor protagonismo y toma de decisiones.
“Hay un camino incipiente y todavía desigual en la llegada de la agricultura digital a América Latina y el Caribe, que nos brinda una gran oportunidad. Hay mucho para avanzar y el IICA quiere estar cerca de los países y trabajar junto a los diferentes organismos y al sector privado. Queremos sumarnos a todas las coaliciones y esfuerzos colaborativos que sean necesarios. Aspiramos a una mejor ruralidad, que debe pasar por una transformación y un empoderamiento de los agricultores familiares. Las condiciones están dadas”, concluyó.
El IICA lanzó meses atrás–conjuntamente con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), la Universidad de Oxford y Microsoft- tres documentos que reflejan la desigualdad digital de género en el ámbito rural, las carencias de conectividad adecuada en la ruralidad, y la necesidad de extender las habilidades digitales entre los habitantes del campo de modo de desarrollar su potencial productivo, social y económico.