La agricultura post pandemia
Por Dennis Latimer – Representante de FAO para Honduras
Hace tres meses, la FAO quiso identificar las amenazas y riesgos que podrían afectar al comercio internacional de productos agrícolas y pesqueros en América Latina y el Caribe a causa del COVID 19. En esa oportunidad, se analizaron riesgos en la demanda, a causa de la crisis económica que impactaría en los consumidores, y riesgos en la oferta, por las disrupciones en la movilidad de trabajadores y productos. De la misma forma, se llegó a la conclusión de que un alto nivel de actores en la cadena agro-alimenticia podrían dejar de enviar o comprar productos, y esto representaba una importante vulnerabilidad para el país, que era necesario considerar. Los países que dependen principalmente de las importaciones de alimentos, como son algunos de los países de América Central, parecían ser más vulnerables a la escasez de alimentos.
Con el correr de los meses hemos querido volver a analizar la situación comercial de los productos agroalimentarios producidos en la región de América Latina y el Caribe, y la conclusión pareciese ser que los sistemas alimentarios han resultado ser más resilientes de lo que se esperaba. Sin embargo, esta conclusión no aplica para todos los subproductos y posiblemente aún sea demasiado pronto para hacer una afirmación de manera tan tajante, ya que aún no hemos llegado al final de esta crisis.
Los sectores agroalimentarios que más han crecido durante el período de pandemia son la soya, el azúcar y sus derivados; los más golpeados han sido los productos altamente precederos como animales vivos, las frutas y hortalizas. Esto confirma que los productos alimenticios más vulnerables a esta crisis son los intensivos en mano de obra y perecederos, lo que también es una consecuencia de los consumidores que optaron por enlatados y las harinas de más fácil conservación y que tuvieron mayor presencia en los mercados.
A grandes cifras, entre enero a mayo de 2020, el valor de las exportaciones de los productos agrícolas y agropecuarios en la región de América Latina y el Caribe subieron 0,9% en comparación con el mismo período del 2019, y se espera un saldo positivo de 2,0% al final de 2020 (FAO/CEPAL). La importancia del peso del sector agropecuario en la economía explica porque Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala fueron los únicos países entre los 33 de la región con saldo positivo en el valor total de las exportaciones.
En junio del presente año, el Banco Mundial pronosticó que la economía hondureña se contraería un 5,8% en el 2020.
Según el Banco Central de Honduras (BCH), al final del 1er. semestre el Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE) -de forma acumulada- en su serie original mostró una caída de 10.0% (aumento de 2,4% a junio de 2019). Cabe mencionar que a junio se reporta una mejoría respecto al desempeño observado en abril y mayo, dada la reapertura gradual en algunas actividades económicas. Las actividades que a junio continúan aportando positivamente a la economía del país incluyen algunas actividades agrícolas (cultivo de tubérculos y hortalizas, palma africana, caña de azúcar y piñas); las dedicadas a la manufactura de alimentos (elaboración de harinas y pan, aguas minerales, aceites y grasas de origen vegetal, productos lácteos y cárnicos); los servicios de telecomunicaciones; y la intermediación financiera.
Según el BCH, al 1er. semestre del 2020 el comercio exterior de mercancías generales registró un déficit de USD 1.792,8 millones, reflejando una disminución de 32,8% (equivalente a US$874.6 millones) con relación al mismo período del 2019 (USD 2.667,3 millones). Por otro lado, el valor de las exportaciones de mercancías generales alcanzó la cifra de USD 2.300,4 millones, mayor en USD 18,0 millones (0,8%) a las acumuladas a junio de 2019. Las exportaciones de oro, azúcar, banano, filete de tilapia y café se incrementaron com respecto al 2019.
Pese a crisis sanitaria y económica global, el sector agropecuario demuestra un relativo buen desempeño en el comercio exterior, que puede contribuir a mejorar la balanza comercial y al ingreso de divisas tan necesarias para fortalecer las finanzas públicas. A lo anterior hay que sumarle el peso que tiene el sector agrícola en el PIB, su capacidad de generar empleo y fuentes de ingreso en las zonas rurales, y el potencial de contribución a la seguridad alimentaria. No es de extrañar, que para muchos la agricultura esté siendo vista como motor de la recuperación económica por lo que debe ser fundamental que sea incorporada en los planes de recuperación. No obstante, hay aspectos que requieren especial atención:
- Evitar la reprimarización de la economía. Si bien es cierto apostamos por la agricultura, es fundamental darle valor agregado a lo producido y a lo exportado.
- El abastecimiento interno debe asegurarse. Es prioritario promover la producción y consumo de productos frescos y saludables provenientes de los productores pequeños y medianos de la agricultura familiar. Es fundamental la generación de “circuitos cortos” de producción, comercialización y consumo a nivel local, que sean culturalmente sensibles, socialmente justos y económicamente viables.
- Hay que propiciar la práctica de una agricultura sostenible y autosuficiente.
La estrategia de país en el Sector Agroalimentario frente a la Pandemia COVID19 tiene como objetivo garantizar la seguridad alimentaria del país impulsando un enfoque de productividad y sostenibilidad, y establecer las bases para impulsar una opción para mitigar la caída del crecimiento económico, y sus efectos en los niveles de pobreza en Honduras. Esta estrategia contiene elementos muy importantes que ya se están implementando como la evaluación permanente del flujo de comercio nacional e internacional, el fortalecimiento de las cadenas productivas, la provisión y acceso a servicios financieros, fortalecimiento de estrategias de bioseguridad para asegurar la calidad en el abastecimiento de las cadenas agroalimentarias de exportación, y fortalecimiento en el uso de tecnología para fortalecer el uso de tecnologías entre otros.
La pandemia nos ha acercado más al uso de la tecnología y en la medida en que esta se implemente más en el campo y en la agricultura familiar, podremos avanzar asegurando no solo una ventaja productiva si no también una competitividad comercial. Así mismo debemos poner al alcance del productor las herramientas que puedan brindarle un mayor conocimiento del cambio climático o del uso del agua en zonas con escasez hídrica para asegurar la seguridad alimentaria de todos los hondureños y detener la caída del crecimiento económico.
https://www.bch.hn/download/boletines_prensa/2020/boletin_de_prensa_46_20.pdf https://www.bch.hn/download/boletines_prensa/2020/boletin_de_prensa_45_20.pdf