Revolución Industrial a la construcción
- Gracias al uso de simuladores se logró reducir los accidentes de trabajo, daños a la propiedad, depreciación y la ineficiencia laboral.
Tegucigalpa. La industria de la construcción en Honduras es un generador de empleo y dinamiza la economía local, sin embargo, sus procesos de enseñanza en el uso de maquinaria pesada eran sumamente empíricos. Esto cambió en 2019 con tecnologías de la IV Revolución Industrial como el centro de simulación en Tegucigalpa: “Con jóvenes certificados se redujeron los accidentes de trabajo, daños a la propiedad, depreciación y la ineficiencia”, explicó Mario Sandoval, gerente de la Cámara Hondureña de la Industria de la Construcción (CHICO). El montaje de estos simuladores fue apoyado por el Programa ProJoven (financiado por la Cooperación Suiza e implementado por Swisscontact), CHICO y la empresa CAMOSA.
Mujeres operarias
Siguiendo la metodología Swisscontact de colaboración con el sector privado, la CHICO identificó que en el país hay una buena demanda de operadores calificados de maquinaria pesada, por lo cual, los egresados fueron mejor remunerados, según Oscar Valeriano de la CHICO: “Los egresados consiguen empleo casi de inmediato, un operador puede ganar entre 14,000 a 35,000 lempiras mensuales según la máquina que maneje y las mujeres se toman en cuenta; en Camasca, un contratista me dijo: —en 30 años jamás había visto una mujer operadora, son más cuidadosas, rinden mejor que el hombre y siempre llegan a trabajar los lunes—”. Un 10.5% de los 57 egresados de los diferentes cursos de CHICO fueron mujeres.
Según Oscar, las empresas también recibieron beneficios significativos: “Hubo un egresado que antes de la formación solamente podía llenar siete volquetas con material por tanda, después del curso, llenaba diez, hay más eficiencia y menores costos de aprendizaje. El curso cuesta L15,000 por joven, quienes aprenden mantenimiento preventivo, seguridad industrial y con los simuladores y prácticas, aprendieron un 90 por ciento como si fuera real”.
Otro ejemplo de cómo se beneficiaron jóvenes en riesgo de vulnerabilidad lo contó Mario: “Una joven viuda y madre de dos hijos, viajaba todos los días desde Choluteca, ella manejaba maquinaria en caña, pero aprendió de construcción y ahora trabaja en una empresa concesionaria”.
Si bien los simuladores fueron la experiencia más innovadora, con ProJoven también hubo más aciertos: “Se dieron becas totales a jóvenes en vulnerabilidad, se actualizaron los currículos de varias vocaciones con base al mercado laboral y se fortalecieron las habilidades blandas como empatía, resiliencia y autoestima equilibrada, para hacerlos mejores profesionales”, finalizó Mario.